jueves, 29 de enero de 2015

Vivir el momento presente

Un paso, un momento. Otro paso, otro momento.
¿Cuántas veces queremos captar los instantes que vivimos a través de la cámara de video, a través de fotografías? El mundo audiovisual me gusta. De hecho es el camino de vida que ha elegido mi hijo.  Pero, ¿no os ha ocurrido muchas veces que por querer captar esa sonrisa, la ilusión en los rostros, las alegrías, el festival fin de curso,  nos perdemos lo que realmente está ocurriendo? ¿No será que retenemos imágenes y que sin embargo no las vivimos? Siempre serán un buen recuerdo para los protagonistas de las mismas, pues les permitirán revivir esas emociones, esas experiencias, pero quizás, la persona que lo hace, capta, graba, y no lo vive.
¿Qué os parece la idea de dejar de atrapar momentos, personas, situaciones, y limitarnos  a vivirlas, a sentirlas, a disfrutarlas, a experimentarlas? ¿Qué os parece dejar los “atrapamomentos” para los profesionales?
Os propongo:
Permitirnos experimentar por experimentar. Vivir sin juzgar.
Permitirnos disfrutar de los acontecimientos cotidianos y extraordinarios  y guardar su recuerdo en nuestro corazón.
Permitirnos parar el tiempo y no sentirnos devorados por las prisas, por la velocidad de la vida actual.
Permitirnos vivir en modo presente convirtiendo esos momentos en oasis de paz y bienestar.
 
Carpe Diem

jueves, 22 de enero de 2015

Mi experiencia en el curso de Registros Akáshicos

Tras reservar mi plaza, mi primera percepción fue sobre lo afortunados que somos al poder conocer una  herramienta para descubrir el propósito de nuestra vida pero a la vez llegaron las primeras dudas.
Lo aprendido en el curso lo percibo como algo muy abstracto y a la vez muy cercano y conocido. El curso me ha dotado de nuevas prácticas, nuevos ejercicios para conmigo mismo, que me sirven para obtener una mejor conciencia, lo cual espero lograr porque de repente la vida se llena de sentido y se vuelve sencilla. 
Trabajar con la energía de los Registros es una experiencia energética muy intensa, es sentir una sincronía vibratoria difícil de imaginar y explicar. Es una experiencia sobrecogedoramente amorosa que me ha permitido sentirme parte del Todo, me ha dado la posibilidad de sentirme conectado con la vida.  En este mundo que vivimos, dónde el tener está por encima del ser, vivimos contra nosotros mismos y he comprobado que puedo colaborar con la sabiduría de mi alma para favorecer mi ser. Es un desafío lograr enfrentar las dificultades de meditar, de  ser constante y superar  las dudas que me surgen tras cada lectura. Dudas que parece ser todos tienen al principio y que me pregunto si son trampas que nuestra propia mente pone.
Las lecturas me acercan y me hablan de las lecciones que mi alma ha atraído a esta vida para su enriquecimiento y a la vez iluminan mis fracasos y flaquezas en este camino, dotándolos de sentido y mostrándome nuevos caminos.
Siguiendo la guía de los Registros voy abandonando hábitos, cosas, relaciones que tuvieron un porque pero que ya caducaron. Me ayudan a elaborar una forma de vida feliz. Voy viendo mis avances, siento  aumentar mi equilibrio, canalizar mejor mi energía (soy practicante de reiki). A veces he flaqueado, he tenido retrocesos y a veces incluso se me olvidan mis propósitos. Pero la voz de mi maestra, su compañía siempre está ahí para cuando la reclamo y no me siento solo en este camino, pues además estoy encontrando personas muy valiosas en este proceso interno de descubrimiento de mi alma.
 
Te lo recomiendo. Descubre la voz de tu alma.
 
J. F. Luna

jueves, 8 de enero de 2015

El hilo mágico

Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus maestros y sus amigos. Pero tenía una debilidad.

–¿Cuál?

–Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar ju-gando fuera. Cuando estaba jugando soñaba con las vacaciones de ve-rano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de sabo-rear los momentos especiales de su vida cotidiana. Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormi-do. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda. Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos co-mo la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de la-na. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro.

»La anciana le dijo: "Pedro, éste es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días." Pedro es-taba muy excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelo-ta?", preguntó. La anciana se la entregó.

»Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.

»De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra co-sa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero él seguía sin poder vivir el momento. De modo que, una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios.

»Pedro comprobó que ahora tenía noventa años. Su mata de pelo ne-gro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado vidas propias lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de la maravillas de la vida. Nunca había ido a pescar con sus hijos ni paseado con Elisa a la luz de la luna. Nunca había plantado un huerto ni leído aquellos hermosos li-bros que a su madre le encantaba leer. En cambio, había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.

»Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se durmió profundamente. Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se trata-ba nada menos que de la anciana que muchos años atrás le había rega-lado el hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pe-dro no vaciló al responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder dis-frutarla. Claro que habría habido momentos tristes y momentos estu-pendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la vida." "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió: "Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida." Dicho esto se quedó otra vez dormido.

»Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quién podrá ser ahora?, se preguntó. Cuál no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez. "Date prisa, Pedro. Duermes demasiado. Tus sueños te harán llegar tarde a la escuela si no te levantas inmediatamente", le reprendió su madre. Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente por el futuro y empezó a vivir el ahora.