martes, 24 de enero de 2017

Es tu elección


El amor sólo es posible cuando hay una profunda aceptación de uno mismo, del otro, del mundo - Osho

 

Dice el proverbio: "Conócete a ti mismo y todo lo demás vendrá por añadidura".

Dentro de cada uno de nosotros existe un potencial ilimitado de amor. Reiki te ayuda a descubrirlo.

 
¿Por qué y para qué aprender reiki?

Porque la transformación del mundo comienza con mi transformación y Reiki te ayuda a:

       iluminar tus zonas oscuras.

       comprenderte y amarte para luego poder comprender y amar a los demás.

Porque Reiki renueva tu vida internamente y eso se refleja en tu mundo externo.

Porque Reiki convierte tu vida en una experiencia positiva y calmada.

Porque con Reiki tu capacidad de elección se pone de manifiesto y te ayuda a transmutar los obstáculos en oportunidades.

Porque con Reiki  descubres tu auténtico valor, para hacerte auto responsable y así poder crecer como persona.

Para desenmascarar y expresar:

       tu verdadera esencia

       tu propósito

       tu felicidad y

       paz interior.

Para convertirte en el actor principal de tu vida.

 

¿Quieres aprender Reiki?
 
El próximo sábado 11 de febrero impartiré un curso de reiki, nivel 1 en Madrid. Escríbeme a reikiparatodoss@gmail.com
 
No necesitarás tomar apuntes; la información se transmite de corazón a corazón, a través de las emociones y no de la mente.

Recuerda: Todo comienza con un primer paso, y ese primer paso solo depende de ti. Es tu elección.

martes, 17 de enero de 2017

¿Conduces tú o tus Emociones?



Os comparto un artículo de hace un año, que me parece sigue estando muy vigente:
 
"Tenemos la suerte hoy de contar con la experiencia y la sabiduría de José Barroso que nos ofrece una visión “diferente” de la Seguridad Vial a la que estamos acostumbrados.
 
José es un ingeniero, madrileño “de tercera generación”, como le gusta decir, con una amplia experiencia y recorrido laboral. Durante 21 años desarrolló una vasta carrera en empresas españolas y multinacionales, habitualmente en puestos de responsabilidad. Desde el 2009, trabaja bajo su propia marca, en los campos de la formación especializada en empresas para directivos, mandos intermedios y equipos, el coaching empresarial y para la vida personal, la consultoría y las conferencias y ponencias. Ha realizado más de mil horas en procesos de Coaching, e investiga continuamente en el mismo y en sus aplicaciones. Ha diseñado productos específicos como el Programa 3E de entrenamiento en excelencia de equipos de trabajo o el Ki Coaching, para trabajar aspectos como el estrés, la motivación y la energía personal.
 
Pertenece a los grupos de expertos internacionales AvantForum y Red Avalon y es conferenciante de las agencias Speakers Academy y Speakers Corner y autor del e-book “7 excusas para no optar a la vida que deseas” (Amazon). (Actualmente, ya también disponible en papel).

Le agradecemos su colaboración y te dejamos con el artículo. Esperamos que te guste, lo comentes y lo compartas.

Coche de caballosEn la tradición sufí, existe una bellísima metáfora. Imaginemos un carro tirado por caballos, con un cochero cogiendo las riendas. Las personas son como esos carros, con su asiento donde va el cochero y sus caballos tirando. En la metáfora el carro es el cuerpo, el cochero la mente y los caballos las emociones: espontáneas, impulsivas y que necesitan domarse. Las emociones tirando de nuestro cuerpo mueven hacia la acción. Y por ello, la mente ha de trabajar para dirigir nuestras emociones hacia donde queremos ir. Las emociones sin la mente, sin la razón, son caballos desbocados.
 
Dentro del fomento de la Seguridad Vial, tradicionalmente se ha puesto el acento en realizar campañas, advirtiendo de la peligrosidad de agentes externos que puedan influenciar la capacidad de concentración, reflejos o habilidad de los conductores. Se llaman alcohol, drogas, ciertos medicamentos, uso del móvil o GPS conduciendo e incluso fumar o cambiar la emisora. Se nos advierte por activa y por pasiva de la necesidad de tener muy en cuenta su influencia, puesto que realmente el no observarla, supone aumentar exponencialmente el peligro de pérdida de control del vehículo, con las lógicas (y nefastas) consecuencias.
 
¿Conduces tú o tus emociones?Pero nunca he oído hablar (al menos directamente) de la necesidad de observar, a la hora de sentarse al volante, el estado emocional del conductor, aún sin estar influido por ningún agente externo. Cierto es que indirectamente algunas campañas lo han sugerido, pero se han centrado en posibles manifestaciones visibles (velocidad inadecuada, comportamiento agresivo al volante, distracciones o cansancio). No he escuchado ninguna campaña que comente que cuando se está emocionalmente alterado, la concentración y las habilidades al volante pueden mermar.
 
Y el hecho es que así sucede. No tengo estadísticas, pero estoy seguro que muchos accidentes por exceso de velocidad, adelantamientos inadecuados, conducción temeraria o por quedarse “dormido” al volante, vienen precedidos de un estado de ánimo del conductor diferente al normal, en directa correspondencia con la acción de sus emociones.
 
Una frase de Sigal Barsade, economista y escritora, que suelo usar bastante en mis cursos, dice: “Las emociones se llevan todos los días en el bolsillo. Y se contagian como un virus”. Y es real. Nuestro estado anímico, sea de alegría, rabia, miedo, disgusto, ira, sorpresa o cualesquiera de las incluidas en la categoría de las emociones, salen de casa todos los días en nuestro equipaje de mano. Y nos siguen allá donde vayamos hasta que podemos cambiarlas. Y por supuesto entran, al lado de la llave de contacto, en nuestro coche.
 
Me surgen diferentes preguntas sobre el particular: ¿somos conscientes de nuestro estado emocional a la hora de ponernos al volante? ¿Reconocemos que, por ejemplo, una excesiva alegría, rayana en la euforia, puede provocar parecidos efectos en cuanto a la sensación de falta de riesgo que el alcohol? ¿O que una excesiva ira, focalizada en uno de los famosos “piques” que suceden entre coches, puede generar una maniobra temeraria que ponga en peligro nuestra vida y la de los demás? ¿O que el miedo o la angustia, por otro tema completamente diferente a la conducción, pueden hacer que nos sintamos tan agarrotados que no podamos reaccionar con la debida antelación ante un frenazo del vehículo que nos precede? Podemos poner decenas, creo yo, de ejemplos.
 
Se haría preciso, en cuanto a la Educación Vial, incidir en este tema. No pasa nada ni se pierde demasiado tiempo en enseñar a cualquier aspirante a conductor algo de inteligencia emocional, en cuanto a cómo reconocer qué emoción estamos sintiendo, para identificarla y poner remedio, alguna herramienta rápida para reducir el estrés positivo o negativo que provoca esa emoción, como puede ser la meditación (hay fórmulas para meditar en un minuto) o más concretamente el Mindfulness, como sistema que con un mínimo entrenamiento previo consigue que en periodos de tiempo muy cortos podamos “centrarnos” internamente a nivel emocional y energético, o incluso la conveniencia de acudir a un profesional para trabajar algún bloqueo o pensamiento automático (hay mucha gente que se siente literalmente un Dios al volante y sus emociones cambian por el simple hecho de poner el contacto a funcionar). En estos casos, unas sesiones de coaching pueden ser suficientes para hacer cambios en esos mecanismos automáticos de respuesta.
 
Por último, un estilo de vida saludable, un pensamiento positivo y optimista y un adecuado “reglaje” de las emociones, creencias y juicios internos de forma continua, como si del ejercicio físico se tratara, conseguirán que seamos nosotros y no nuestro “yo” alterado, el que dirija nuestro vehículo. No solo por no consumir sustancias que alteren nuestra capacidad de conducción garantizamos nuestra seguridad y la de los demás. Se requiere un pequeño trabajo adicional para conseguirlo plenamente.
 
Y nuestra vida y la de nuestros semejantes, que es corta y preciosa, nos lo agradecerán siempre.
 
Firmado por: José Barroso, al que podéis seguir en twitter @JoseBarroso @coachingptodos

martes, 10 de enero de 2017

Razones vs. Excusas

La gente no busca razones para hacer lo que quiere hacer, busca excusas.
 
 

Definición de excusa

Se conoce como excusa al acto y resultado de excusar (es decir, enumerar razones o causas para despojarse de eventuales culpas, no tener ganas de hacer algo, liberar a alguien de una obligación o responsabilidad, impedir que algo perjudicial se concrete). La excusa, por lo tanto, constituye un pretexto que se aprovecha para evitar obligaciones o disculpar alguna omisión.


 
"Usted es una persona que, si es que hay algo que necesita de verdad (y todo el mundo necesita algo), merece una oportunidad para lograrlo, para alcanzarlo. Su entrenamiento para la vida o para el trabajo o los negocios, le preparará para llevar a buen término y con el menor esfuerzo posible cualquier objetivo o reto y evitará que usted pueda encontrarse esas influencias no deseadas, creencias, miedos, bloqueos, recuerdos negativos, juicios y cualesquiera otras circunstancias que puedan contribuir a que, entre comillas, se cargue de razones para ponerse excusas y atentar contra su propia felicidad ¿Todavía cree que es bueno seguir haciéndolo, cuando tiene usted suficientes elementos a su alcance para alcanzar lo que desee?".

 
Este libro le pondrá en acción porque al final de cada excusa encontrará una serie pequeños consejos e indicaciones que le servirán para coger cierta destreza en el arte de ponerse a reflexionar y sacar conclusiones.
   
Lo tiene en 2 formatos: 
 

El autor, firmando uno de los ejemplares vendidos.
 
Y si quiere saber un poco más puede leer aquí.


martes, 3 de enero de 2017

Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:
 
Os escribo con muy poco tiempo porque realmente el regalo que este año os quiero pedir es un regalo para ser recibido, abierto y disfrutado poco a poco, a lo largo de todo este recién estrenado año.
 
Quiero un año en el que mis relaciones, familiares, laborales, de ocio, de todo tipo, se desarrollen de corazón a corazón. No quiero más relaciones superficiales en mi vida. No importa si las relaciones duran un segundo o una vida, pero las quiero sinceras, profundas, desde la esencia de cada uno de nosotros. Las quiero para compartir nuestro SER a través de una conversación, un gesto, una sonrisa, unas risas, unas lágrimas, un paseo, un viaje, un cine, una comida, un bocadillo, un saludo, una llamada, un vaso de agua, una danza, un curso, un silencio, una mirada...
 
Con Amor,
 
GRACIAS.