NUESTRO REIKI EN PAREJA
Una vez decidido el día y el lugar, (estaba nerviosísima con
toda la expectación de cómo iba a ser, para bien o para mal siempre suelo
alterarme ante cualquier situación nueva) quedamos con Berta para que nos
impartiera a mi chico y a mí, nuestro primer nivel de REIKI. Ante todo, tengo que decir, que somos dos personas muy
“con los pies en la tierra” como yo digo… acudimos al curso con total
escepticismo ante lo que podría ser, pero eso sí, con gran curiosidad e
interés, porque nos encanta aprender y conocer cosas diferentes, personalmente sentía
una gran curiosidad y creía y de hecho creo que el REIKI podría aportarme las
respuestas que tanto he buscado siempre, mi chico por su parte afrontaba el
reto como una experiencia más y que podría aportarle otro punto de vista que
complementara su visión del ser humano, ya que ha estudiado psicología y es su
gran pasión.
Una vez hechas las presentaciones, he de decir que José, el
marido de Berta también estuvo presente en nuestra formación y sus aportes y
experiencias, nos sirvieron de mucho. Primeramente, Berta nos hizo una breve
introducción, contándonos un poco como surgió esto del REIKI, su historia y sus
aplicaciones, hicimos algunos ejercicios básicos relacionados con la energía y ya nos
encontrábamos inmersos en el curso, asimilando toda la información que Berta
nos transmitía, de vez en cuando intercambiamos entre nosotros alguna mirada
cómplice, mi chico sabía lo nerviosa que estaba y en todo momento me sentí
protegida a su lado, al igual que Berta y José, que hicieron de esta primera
parte, un momento muy cálido y distendido, nos sentimos muy a gusto, es un
placer tratar con ellos y ver que en determinados temas, pese a tener cada uno
una visión distinta, todas ellas eran discutidas de una forma respetuosa y
enriquecedora, aprendimos mucho de esta primera parte.
Poco después pasamos a la parte más práctica, sentados el uno
frente al otro, Berta nos dio unas pautas para relajarnos y empezar a concentrarnos
en su voz, imaginar un paraje, un lago
que debíamos recorrer, disfrutar de él y simplemente dejarnos llevar por
nuestra imaginación, guiada por la voz de Berta. Personalmente me sentía en
esos momentos muy nerviosa, muy expectante por lo que vendría después, tanto
fue así que en cierto momento de nerviosismo, desee que mi chico estuviera
paseando junto a mí, en mi lago particular…Y allí estaba él, ¡apareció! cogiéndome de la mano, diciéndome
que no pasaba nada, me sonreía…Y eso me dio fuerza y ánimo para continuar el
ejercicio, quería llegar hasta el final. La siguiente fase implicaba
encontrarnos con nuestro niño interno, en este punto, cada uno lo vivimos de
una forma diferente, en mi caso, mi niña interior no quería hablar conmigo, me
cogía de la mano sin hablar, señalándome un cuento, pero no podré olvidar ese
momento, porque por más que mi mente racional intentaba buscar una explicación
a lo que estaba viviendo, la imagen estaba ahí y me estaba produciendo una gran
pena, sentía pena por esa niña, que era yo misma de pequeña, la prometí volver.
Una vez finalizado este ejercicio, Berta nos tocó las manos y abrazó,
sentí una sensación que no sabía describir, no era tristeza, era
emoción, profunda emoción…Los sentimientos los tenía a flor de piel, mi chico
en cambio sí tenía a su niño feliz y contento, incluso habló con él, estaba
entusiasmado con la experiencia, cada uno lo vivió de forma diferente, pero
para ambos fue increíble y ambos lo compartimos, sentí un profundo alivio al
contarlo y mucho más cuando mi chico me abrazó, fue un instante precioso,
porque adoro sus abrazos y en ese momento lo necesitaba, habíamos completado en
este momento nuestra iniciación.
