miércoles, 8 de junio de 2016

Atrapado en combate...

Hoy quiero compartiros un testimonio muy especial para mí, tanto por lo que nos cuenta como por quién es el protagonista: para mí una persona excepcional. Gracias Gonzalo por permitirme compartir en este espacio tu testimonio de vida.

"Fue el 31 de octubre de 2013 cuando me diagnosticaron Parkinson o parkinsonismo, que yo no sabía bien lo que era. Lo único que sabía es que era algo malo. Lo que no sabía es que iba a cambiar mi vida por completo. Llevaba unos meses en los que me encontraba regular pero los análisis médicos me salían bien. Y me hacía gracia una frase que me contó alguien y que yo usaba con frecuencia: me gustaría estar como dicen mis análisis.

Pero bueno yo notaba algunas cosas desde antes de verano de 2013 pero no eran gran cosa: todavía me podía hacer el anillo ciclista de 60 y pico kilómetros y no veía problema. Pero me daba cuenta de que me había cambiado la letra, estaba lento, tenía que tumbar la bicicleta para poderme subir en ella y otros detalles menores. Por eso cuando el médico me dijo: hay que hacerte un tac para descartar que tengas Parkinson, pensé que no podía ser mi caso, que eso nunca me podía pasar a mi. Aluciné del todo cuando después de hacerme el tac el médico me dijo: tienes Parkinson o parkinsonismo, vas a vivir unos 10 años de vida más o menos normal, siempre que respondas bien a la medicación. Me pidió andar para verme y me dijo: Te veo un poco rígido y te inclinas hacia un lado. Cuando salí de la consulta, rompi a llorar y abrazando a mi mujer le dije que íbamos a salir adelante, que se lo íbamos a decir a los niños, y que nada podría con nosotros.
 
Pero sin embargo han pasado dos años y medio y las cosas no han sido fáciles.Voy a dejar de trabajar y a mi alrededor han cambiado muchas cosas. Estoy más torpe, me he caído alguna vez incluso por la escalera de casa, me cuesta hablar. Pero estoy contento dentro de lo que cabe.
Siempre me he acordado de las escenas finales de Casablanca, y en particular de sus diálogos. Me parece magnífica la escena en la que el gendarme francés es preguntado por Rick (Humphrey Bogart) que va a hacer, si se irá con los alemanes o se unirá a la resistencia francesa. El gendarme francés le contesta: No sé, personalmente me adaptaré a lo que venga.
 
Pues esa es la frase que hay que seguir. No importa lo que me ha pasado. Personalmente, me adaptaré a lo que venga.
 
Supongo que me ha costado mucho hacerme a la idea de la enfermedad. Pero en realidad éste ha sido un periodo que he podido hacer muchas cosas que no había hecho antes. Era tan vanidoso que en  un período de baja me dijo una amiga: aprovecha para hacer todo aquello que quieres hacer y que no has podido hacer hasta ahora y yo le contesté: no hay nada que quiera hacer porque todo lo que he querido hacer, lo he hecho.
 
Pero no es así, ahora me doy cuenta que todo lo que quería hacer no lo puedo hacer y que tengo que adaptarme a mis limitaciones. Puedo hacer muchas cosas, pero no puedo hacer otras. En vez de lamentarme con las que no puedo hacer tengo que concentrarme en las que pueda hacer. Partido a partido, como dice Simeone. Se puede. Estos dos años y medio por ejemplo he escrito muchísimos artículos, he publicado un libro, he coordinado otro, ¿qué más puedo hacer? Seguramente pensar más en los demás, pensar más en los que me rodean.
 
Una de las cosas que tiene padecer una enfermedad del sistema motor, una enfermedad que constituye una alteración del movimiento, es que estás bien de cabeza pero no estás bien de chasis, es decir en términos de un contrato de seguro estás bien de contenido pero no tanto de continente. Cuando estás sentado estás bien. Y tumbado mejor pero de pie te mareas y no sabes muy bien cómo estás. Te acuerdas de la frase de sir Winston Churchill que recordaba un día en la Tercera de ABC nuestro buen amigo sir (desde luego debiera serlo) Vicente López-Ibor por referencia a la teoría de la conservación de energía: decía Churchill que él estaba bien porque aplicaba siempre la teoría de la conservación de la energía, es decir, que se encontraba bien porque en cada momento estaba en la postura en la que menos energía consumía; si podía estar de pie o sentado estaba sentado; si podía estar sentado o tumbado estaba tumbado.
 
Puedes estar en casa haciendo de todo, puedes escribir, etc. etc. pero no puedes asistir a reuniones, hablar en público, etc. etc. no sabes cada día lo que te va a deparar el siguiente. No sabes si estarás bien.
 
En realidad las cosas han cambiado, antes los días eran completos, o estabas bien o estabas mal todo el día. Los días que tenía fiebre por ejemplo, estaba hecho unos zorros el día completo pero los días que amanecía bien pasaba un día bueno estupendo. Te  tienes que acostumbrar a vivir a ratos, cuando por la mañana estás bien no quiere decir que ese día vaya a ser bueno porque puede ocurrir que al cabo del rato te encuentres fatal. O al revés que te levantes mal y al rato te encuentres bien. Ahora no soy capaz de predecir cómo voy a estar más allá de tres horas.

A veces tienes la sensación de estar atrapado en un cuerpo que no es el tuyo y que no te deja salir. Cuando la cabeza va bien y el cuerpo no responde tienes la sensación de que tuya es la cabeza y que el cuerpo es un cuerpo ajeno, en el que estás alojado temporalmente pero que no te deja vivir. Son muchas las frustraciones por querer hacer algo y darte cuenta de que no puedes.  Recuerdo a Fabio Capello, que decía de Ronaldo el gordo, el del Madrid de hace años, que tenía un problema: que tenía una mente de 30 años y un cuerpo de 40, o un chiste que cuenta Carlos Herrera en la radio aunque refiriéndose probablemente a otra cosa, de una plegaria al señor, al que rezaba: señor señor, ya que me has quitado las fuerzas quítame también las ganas.

Pero eso tampoco es bueno, hay que mantener la ilusión por hacer las cosas que uno quiera hacer aunque no pueda, hay que seguir luchando por poder hacerlas un día. Yo por ejemplo me muero de ganas por volver a hacer el anillo ciclista de Madrid. No estoy seguro de si voy a volver a hacerlo pero desde luego voy a morirme de ganas por volver a hacerlo y voy a poner todos los medios para que eso sea posible. Hay que vivir de ilusiones. La ilusión -dicen- es lo último que se pierde. ¿Quien no ha comprado un billete de lotería y no ha estado convencido hasta la fecha del sorteo de que ese billete iba a ser el Premio gordo. Seguro que toca.dsa"
 
 

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