Deja fluir la vida y encontrarás
respuestas donde menos lo esperabas.
En diversas ocasiones he leído
y/o escuchado, que cuando algo se desea de verdad el universo se confabula para
que así sea. Y es que hay ocasiones en
las que la vida te despliega una
alfombra roja para que camines sobre ella y te guíe en tu camino, llevándote
hasta aquéllas puertas que debes abrir.
Tras los últimos seis meses, nuestro primer “parón” fue la semana santa. Queríamos salir. Estábamos tan abrumados que ni pensar dónde podíamos. Y una mañana, una amiga del colegio me puso un Whatsapp: “He soñado con vosotros. Por fin una noche tranquila. Os ofrezco mi casa para esta próxima semana. Yo me iré a Córdoba con mi familia.” Teníamos ganas de mar y su casa está en primera línea.
Tras los últimos seis meses, nuestro primer “parón” fue la semana santa. Queríamos salir. Estábamos tan abrumados que ni pensar dónde podíamos. Y una mañana, una amiga del colegio me puso un Whatsapp: “He soñado con vosotros. Por fin una noche tranquila. Os ofrezco mi casa para esta próxima semana. Yo me iré a Córdoba con mi familia.” Teníamos ganas de mar y su casa está en primera línea.
Nuestros pensamientos son
creadores, y cuando soñamos e imaginamos aquello que tanto deseamos, una energía
invisible comienza a ponerse en movimiento. Esos movimientos van produciendo
microcambios y si estamos atentos, si nos volvemos conscientes de nuestro
momento presente, comenzamos a ver, escuchar, sentir las señales. La sincronía
comienza como si de una coreografía se tratase. Y cuando te dejas llevar, con
confianza, surge la oportunidad esperada.
Es mejor no tratar de pensar
mucho; mejor sentir y fluir. Y eso es lo que también hicimos el fin de semana
pasado. Nos invitaron a un cumpleaños en el que sólo conocíamos a la
cumpleañera. A su marido de vista. En total, fuimos 11 personas: nuestra amiga
cumpleañera y su esposo, que nos deleitó con un mini concierto de piano; una pareja de jóvenes
abogados que se preguntaba que iba a ocurrir con los niños cuando comiencen los
divorcios entre homosexuales; un matrimonio que siempre está buscando inventos y
que nos contó su última adquisición: un sacahuesos de aceitunas; una profesora
de teatro que antes de comenzar las clases practica meditación con sus alumnos;
y unos jóvenes y casi recién estrenados padres que consiguieron desconectar. El
resultado: una noche divertida, de la que nos retiramos mucho después de lo
previsto y un nuevo grupo de WhatsApp que hemos llamado Inventos.
¡Qué bueno es aceptar las cosas
tal y como se suceden! Pero recuerda… tan sólo una cosa desmaterializa tus
deseos: la duda.
Así pues, canta y el camino
aparecerá…