Durante incontables momentos he sentido la dicha de ser amado.
La algarabía y el éxtasis del amor divino,
Se han dejado sentir en mí ser.
Como unidad me he percibido.
Como gota de un insondable océano,
Que siendo individual,
Fusionada con el TODO se ha reconocido.
No puedo sentir el TUYO ó el MIO,
Pues una sola cosa es.
La separación no me es reconocida,
Tan solo distingo la unión en un solo ser.
Le puedes otorgar innumerables nombres,
Pero no será por la denominación que lo reconocerás,
Tan solo a través de la experimentación te será dada su identidad.
Sin duda has buscado.
Sin duda lo has llamado.
Sin duda lo has gritado.
Sin duda lo has llorado,
Pero de seguro, mi dulce amigo,
En el exterior lo has intentado.
No es el lugar apropiado.
En las afueras, lo perecedero y mutable se encuentra,
Únicamente en el interior lo hallarás,
Pues, tu YO inmutable e inmaculado esperándote está.
Este será, el que te guíe por camino firme hacia la consecución de tu ideal.
Dilo, si así lo sientes.
Llámalo por el nombre que Tú lo reconoces,
No sientas pavor, que el miedo no agarrote tu garganta,
Desde las profundidades de tu alma haz se lo saber,
El hijo pródigo ha vuelto a casa,
Que Él te oiga decirle así:
¡PADRE!, ¡PADRE!, HE VUELTO A CASA.
Con todo mi AMOR, deseo que este sea el ideal y la meta de toda la humanidad.
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Autor: Matías Márquez (gaudapada@hotmail.com)
Fuente: De su libro Alma embriagada (Editorial: Visión Libros)