El
arte de la seducción es un tema que quiero tratar sin que salten ampollas. Y
solicito que no lo tomes como algo personal. Que en nada se pretende, cuanto
menos, molestar; y que, posiblemente, observes esto como algo absurdo y difícil
de manifestar. Pero es obvio que así se pueda percibir si se observa con la
mentalidad antigua donde lo que impera son las armas de seducción, el proceso
de cortejo, los pasos a dar, las señales a percibir, entender que cuando se
dice sí es no y viceversa, además de que se han de usar procesos que si no se
dan se califican de antinaturales. Y por supuesto, eso del ser romántico, algo
mal interpretado desde su significado original, ha de ser enterrado dado que no
producía más que desaciertos, como mínimo.
Hombres y mujeres ha sufrido,
demasiado, en el pasado al querer establecer una relación del tipo que fuera,
una proximidad o encuentro entre ell@s. En la mayor parte de las ocasiones la
confusión era lo que se manifestaba, por no decir que se creaba, en muchos casos,
dosis elevadas de frustraciones que desembocaban en ira manifiesta que luego se
almacenaba en formas de rencor que posteriormente se sacaban a relucir en otras
futuras relaciones al menor atisbo de asomo de un comportamiento similar.
Como la realidad antigua adiestró a los
seres humanos en una serie de comportamientos que debía seguirse como normas,
de las que no se podían salir, para iniciar cualquier posibilidad de relación
entre dos seres humanos de distintos sexos, esto los ha tenido atrapados en un
laberinto de desencuentros muy desafortunados. Evidentemente, muy pocas
personas han podido conseguir una relación fructífera, y fueron, precisamente,
quienes se saltaron las normas establecidas como único guion a mantener.
Cuando hablamos del arte de la
seducción, hablamos de cómo hacer que otra persona decline su voluntad y
libertad hacia la propia. Esto es tan simple como entender que era mantener una
cota de poder sobre otro ser humano. Y también sabemos, a estas alturas, que unas
de las dinámicas básicas de la antigüedad vivencial es tener poder sobre los
demás, además de sobrevivir como se pueda y reproducirse a toda costa. Así,
pues, si nos atenemos al significado que el diccionario otorga a la palabra
seducción, encontramos que es: “engañar con arte y maña, persuadir suavemente
al mal, así como embarcar o cautivar el ánimo” Como podrás comprender, en una
nueva era dimensional donde la sinceridad es una de las pautas a mantener, la
seducción no tiene cabida. Sería mentir a alguien, engañarle, manipularle,
prostituirle. Y como un ser que en conciencia quiere vivir acorde a un nuevo
paradigma, lo que prima es ser honesto, lo anterior no puede hacerlo; así de
simple, lo repito: no puede hacerlo. Iría en contra de sí mismo a sabiendas de
que el deterioro que produce en otra parte lo produce en sí dado que ya sabe
que todo somos uno, y que si hace daño a un@, es lo mismo que hacérselo a un@
mism2. Por tanto, es inviable usar de la seducción en las relaciones humanas en
una realidad conciencial.
Habría que cambiar el concepto, y uno
muy bueno, pero que habría que reformular, es el de la complicidad, porque en
el diccionario de antiguo se relaciona con el delito o el crimen; por eso decía
de reformularlo a un diccionario conciencial nuevo donde signifique que la
complicidad implica entrega de uno sin fingimientos, anhelo de compartir lo que
se es con otra parte en igualdad, muestra que se hace de sí a otra parte desde
el conocimiento total de uno al otro. Si conseguimos esa complicidad en las
relaciones humanas de la nueva conciencia dimensional, el arte de la seducción,
y, por tanto, el engaño, se habrá extinguido, tornándose las interrelaciones en
una forma sencilla, sincera, noble, leal y honesta de ofrecerse de una parte a
otra.
La era de la seducción ha pasado, está
enterrándose. Dejad de usar lo caduco que, pruebas hay de sobra, sólo aportaron
sufrimiento entre los seres humanos.
La seducción, ya fallecida, se ha de
transformar en un modo abierto de hablar con claridad, exponiendo lo que se
siente sin miedo alguno a ser rechazad@, pues no será rechazo aunque se le diga
que no, dado que se entenderá que la otra parte no está por entrar en una
relación que no le gusta, y que no entra no porque no le gustes, sino porque
sus derroteros van por otro lado sin que el tuyo sea criticable. Que todo es
una opción que se ofrece a la otra parte y que se acepta la respuesta que sea a
la pregunta que se formule sin que ello se tome como un insulto, sino como una
muestra de sinceridad de alguien que no nos dice algo que no quiere realizar
por quedar bien o no hacerte sentir mal, sino porque se expresa en libertad, y
que es muestra e libertad es una expresión regalada de amor hacia ti a quien en
modo alguno se quiere seducir y por consiguiente engañar.
Se trata de empezar un encuentro de
forma totalmente limpia y sincera, aunque pueda parecer un proceder “duro”,
porque no se esté acostumbrado a entrar de esa manera, pero con el tiempo se
terminará convirtiéndose en hábito, y será de gran agradecimiento además de ser
algo normalizado en las relaciones humanas. Por ejemplo, por qué no empezar
así: “¡Hola!, me gustas, y quisiera conocerte para comprobar si juntos podemos
realizar algo hermoso y que merezca la pena crear en equipo y sintonía ¿te
apetece?”
Entramos en la era de ser cómplices de
nuestros actos mostrados con claridad y sin caretas hacia los demás. Porque
cuando dos miradas no se cruzan, sino que se fijan con sencillez una en la
otra, destrozan toda posibilidad de seducirse mutuamente en un ardid de engaños
malévolos que no les conducirían a lo que todo ser humano ha querido
experimentar durante millones de años: a la felicidad.
Y si por un casual, te encuentras con
alguien que no es capaz de mantenerte la mirada con hermosura, sin recato, sin
calibraciones, sin lanzarla a otro lado continuamente, posiblemente estarás
delante de alguien que quiere ser cómplice contigo en sí sin engaños, sin
seducción, en amor y libertad, en una expresión de gozo armonizada.
Cuando lo que pronostico se cumpla,
tendremos una conciencia dimensional basada en la confianza plena y total en sí
y en los demás. Conseguido esto, una de las bases que soporten de forma
duradera a la nueva humanidad estará plantada de forma indestructible, sólida y
perpetua.
Autor:
Deéelij
Fuente:
De su libro Alas sin plumas (Ediciones Ende, 2016):
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