Acabar con la culpa
Es muy común que cuando se piensa o se siente de forma diferente a lo que el entorno, incluida la propia sociedad, espera que se piense o se sienta, aparezca el sentimiento de culpa por “ser así y no ser de otra forma“. Pasa incluso en personas con buena autoestima, pero que no quieren defraudar y se encuentran en deuda desde el momento en que no siguen el camino que se espera que sigan.
A veces esa culpa es tan fuerte que se levantan auténticas barreras para que no se perciba. Capas y capas de armaduras para que nadie pueda penetrar hasta allí, ni esa culpa pueda verse. Diferentes disfraces, según la situación, para mostrarse de la forma que los demás quieren ver y no de otra.
Pueden pasar años y debido a haberlo sepultado bajo un sinfín de capas, ese sentimiento de culpa incluso puede aliviarse (pasa también, curiosamente, en algunos periodos temporales con las personas sometidas a cadena perpetua), pero ese alivio es momentáneo, pues no se puede renunciar a lo que una persona es en realidad. Al final la verdadera condición del ser regresa y entonces, dependiendo de lo desprevenido o no que se esté, las consecuencias pueden ser devastadoras.
El asumir quién eres y qué eres, que piensas y como sientes; el aceptarte, en suma, por encima de lo que los demás consideren que son las reglas para ser aceptado, es el caballo de batalla que deberías intentar domar para evitar ser una máscara de tu propio yo, permanentemente infeliz y con el sentimiento de culpa, esta vez por haberte traicionado a ti mismo, martilleándote continuamente.
Debes aceptar, no obstante, que liberarte de esa culpa tiene consecuencias y que probablemente estas comporten que algunas personas te rechacen, o no te comprendan. Y que en un gran porcentaje se aparten de tu vida, incluso a veces definitivamente. Pero es un precio que deberás pagar a cambio de tu propia libertad, si es que realmente la deseas. No hay otro camino.
La culpa es esa cárcel a la que voluntariamente se ingresa para expiar delitos que solo existen en una realidad paralela, esa que forman las creencias de cada uno, aquellos supuestos que jamás nadie hubiera pensado en autoimponerse, pero que se asimilan y se integran a través de años recibiendo continuamente la misma información por parte de los demás. Y de esa cárcel solo se sale con la llave del perdón hacia uno mismo, la única opción y acción que permite sanar años y años de ser la persona que los demás hubiesen querido que fueras, en lugar de ser simplemente tu.
De ti depende por tanto lograr el indulto definitivo que te permita ser libre. Como dice Carolyne Myss, perdonar libera a la psique del hecho de considerarse víctima. Y solo sin considerarse víctima es cuando se puede mostrar la verdad. Esa que es la única que puede proporcionar la felicidad.
Tenlo presente cuando quieras acabar con la culpa.