Cuando no arriesgamos, no pasa nada, excepto lo de siempre. Creemos controlar nuestro mundo, nuestra vida y a la vez nos sentimos muertos en vida.
Cuando decidimos arriesgar, tomar esa decisión que nos parece valiente, podemos perder y que no salga bien. Pero habremos salido de esa zona mal llamada de confort pues es más bien una zona inconfortable, indiferente estática, sin vida. Y visto así no hay pérdida. Hay un gran paso hacia adelante. Ese paso es más importante de lo que quizás puedas imaginar ahora. Lo suyo es que te animes y lo experimentes.
Pero... ¿y si te aventuras y además te sale bien? ¿Puedes imaginar cómo podrías sentirte por haber tomado esa valerosa y atrevida decisión?
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