lunes, 28 de mayo de 2018

Ayer comí con una compañera de trabajo. Hablamos de muchas cosas. De nuestros hijos, de su jubilación que llega antes de que termine 2018 y también de cosas ocurridas hace más de 10 años.
Nadie sabe realmente qué me ocurrió. Nunca conté detalles. Estuve de baja 18 meses y alguna persona al volver me dijo, ¿te has enfadado y por eso has pedido la baja? Le respondí, que a ver si tenía el mismo salero que yo y conseguía una baja por marcharse enfadado de la oficina.
Solo un par... de personas tuvieron el coraje de venir expresamente a saludarme tras mi reincoporación. Y una de ellas está aquí entre mis amigos en Facebook. También su mujer. Quizás ambos estén leyendo ahora estas líneas. ¡Gracias! Porque tú, además, tuviste que moverte de edificio para poder venir a saludarme.
El caso es que ayer esta compañera me preguntó y aunque no le conté todos los detalles, con lo poco que le relaté, alucinó. Mi herida está bien cerrada y pude hablar de ello sin lágrimas, sin dolor y casi con agradecimiento. Porque aquellas circunstancias que me tuvieron meses y meses llorando, encerrada en casa con miedo a salir, también han contribuido a que hoy sea la mujer que soy. Aquella depresión trajo el reiki a mi vida.
Rescaté mi espiritualidad. Descubrí los Registros Akáshicos y con ellos obtuve una inmensa ayuda para arrojar luz sobre lo ocurrido. Creo en los planes prenatales así que tal vez elegí yo. Y las personas que fueron mis verdugos realmente son almas amorosas que se prestaron a hacer de “malos” para mi mejor evolución. Pedí ayuda. Estuve en terapia con una psicóloga que me ayudó infinito. Así que por favor, cuando necesitéis pedir ayuda, hacedlo. Lejos de haceros más débiles os volveréis más fuertes. Después también llegó el coaching que es otra herramienta fascinante. Y ahora puedo decir: Solo por hoy me siento agradecida por ser la persona que hoy soy.

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