jueves, 23 de mayo de 2013

Reiki en mi vida (M. Ángeles)

Reiki llegó a mi vida como llegan las grandes cosas, sin buscarlas, humildemente se presentó y me susurró en voz bajita, y en el tremendo ruido de la vida diaria conseguí escucharle.
Mi situación personal era caótica. El dolor me manoseaba y el sufrimiento tenía habitación alquilada en mi corazón.
Comencé a practicar yoga, meditaciones y a probar otras terapias alternativas. La medicina tradicional me ayudó en un principio pero después sentí que estos tratamientos me aletargaban, me adormecían y yo necesitaba estar despierta.
Me ofrecieron la posibilidad de tomar contacto con el Reiki y decidí que tenía que hacerlo, necesitaba saber que era.
Mi iniciación fue un tanto compleja. Empecé a descubrir un montón de sensaciones nuevas, percibir olores, sabores, vibraciones diferentes.
Mi primera maestra me abrió la puerta (le doy las gracia por ello) pero no me acompaño en el recorrido y me asusté. No sabía como gestionar lo que me estaba pasando y paré en seco.
Continúe viviendo y dedicando mi vida a la atención de otras personas, algunas acertadas, otras no tanto, pero en definitiva todas y cada una de ellas necesarias para mi crecimiento personal.
Después de cinco años Reiki vuelve a aparecer en mi vida despacito y sin prisa, a fuego lento, esto es muy propio de El . Conocí a mi segunda maestra, Berta,  por  "CAUSALIDAD".  Cuando el alumno esta preparado aparece el maestro correcto.  Esta vez tuve la absoluta certeza de que el maestro era el adecuado, ella era la persona que tenía que guiarme y me lancé a realizar el segundo nivel. ¡¡¡No me equivoque!!! Después de mi sintonización apareció la correspondiente crisis de sanación que me mostraba con total claridad, que Reiki estaba haciendo su trabajo. Empecé a curar mis miedos, mis ansiedades, me sentía con fuerzas y preparada para seguir adelante en el camino. Mis sentidos se agudizaron a unos niveles insospechados, esta vez todos y cada uno de ellos: Olfato, vista, gusto, oído y tacto.
Mis  sesiones de Reiki se abrían completamente solas, las manos me ardían de forma espontánea y natural. La energía fluía y sabía que este regalo era necesario compartirlo con los demás. Al fin y al cabo REIKI ES AMOR EN ESTADO PURO  y no podía quedarme con todo esto solamente para mí, cuando el mundo estaba tan enfermo precisamente por falta de AMOR. Mis terapias a los demás son a su vez una terapia para mi alma.
Actualmente estoy en proceso de digestión y asimilación de mi tercer nivel, sintiendo cambios profundos en mí que difícilmente podría explicar en unas cuantas palabras.
Lo que sí puedo aportar a este final es que me siento feliz, serena y tranquila, con la total confianza de haber encontrado el camino de vuelta a casa.
Gracias por permitirme compartir esta maravillosa experiencia con todos vosotros.
Con todo mi cariño para mi maestra. Berta Velasco, ¡¡¡GRACIAS!!!
 

 

 

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